Cerveza (del celto-latín, cerevisia). Bebida alcohólica hecha con granos germinados de la cebada u otros cereales fermentados con agua aromatizada con lúpulo, boj, casia, etcétera.
Camilo José Cela narraba una leyenda de la abadesa Wilgefortis von Uker-Braunschweig para explicar su origen, pero en realidad se remonta a tiempos de los cavernarios. No hay testimonios fehacientes sobre su existencia en esta época, pero se piensa que la birra y el arte rupestre fueron compañeros.
Cuando el homo erectus empieza a refugiarse en las grutas para esperar la germinación de sus granos, empieza a pintar. Y mientras, las mujeres recogían el grano, lo manipulaban, hacían tortitas, y lo almacenaban. La germinación posterior, posiblemente fortuita, produjo el milagro de la cerveza.
Las primeras noticias datan aproximadamente sobre el 3000 antes de Cristo, en Sumeria, la Baja Mesopotamia. Sin embargo no sabían convertir aún la cebada en malta, y su cerveza era un poco sólida, como un puré.
En Egipto se comercializaba en grandes cantidades y algunos dicen que Osiris es el dios de la cerveza. En Roma costó su entrada, a causa del competitivo vino. Pero la prolongación del tiempo de consumo de la cerveza la haría entrar en El Imperio. En Pompeya se encontraron restos de unos vasos de birra.
En el norte de Europa, los pueblos libres amaban este brebaje. La bebían en cuernos de animales (una especie de talismán) siempre que había una celebración. Y de ahí se fue introduciendo en lo que hoy es Alemania, Holanda, Bélgica y el norte de Francia.
La Edad Media, llamada época oscura, por sus terribles hambrunas, epidemias y fanatismos religiosos, no se olvidó de la cerveza. Los hunos de Atila ya conocían las bebidas hechas a base de cereales fermentados, pero tenían las suyas propias. En el siglo VIII Carlomagno publica un compendio legislativo llamado Capitulare en el que se advierte que el oficio de cervecero debe ser protegido.
Sobre el año 1000, las comunidades monásticas empiezan a hacerse más grandes y poderosas. Y en adelante ostentarían el monopolio de la cultura, ciencia, agricultura, medicina, ilustrarían libros, y producirían la mejor cerveza. De este modo nació la cerevisia monacorum o cerveza de los monjes, que es la más cercana a la actual. Fueron mejorándola y creando sabores distintos.
Hoy sólo quedan seis monasterios con industria cervecera, cinco en Bélgica y uno en Holanda, pero en la Baja Edad Media rara era la abadía inglesa, alemana flamenca o centroeuropea que no tuviera su propia marca.
Las primeras factorías que surgen son a finales del siglo XIII. Y empiezan a destacar las alemanas.
La cerveza también viaja al nuevo continente. La primera fábrica fue construida por don Alfonso de Herrera cerca de ciudad de México en 1544. Aunque los incas crearon algo similar que se llamaba chicha. Escupían al hacerla.
En España empezó a tener más presencia desde Carlos I. Que trajo consigo a maestros cerveceros de Alemania. Por aquel entonces, era aún un producto de temporada. No se sabía conservar y con el calor perdía toda su fuerza. La cerveza llamada «lager», sin embargo, recibe ese nombre en razón de su posibilidad de almacenamiento. Se elaboraba en otoño, para ser consumida en primavera. La fermentación baja y a baja temperatura favorece la conservación. En realidad iba fermentando lentamente mientras estaba almacenada.
Es la tercera bebida más consumida del país después del agua y la leche.
La cerveza da para mucho así que continuaré otro día sobre las españolas y extranjeras, no sin antes dejar una imagen de la que se hace en mi tierra.
¡Que tengáis suerte!!!
